Sinfonía vegetal : encuentro con Luis Vallejo

Sinfonía vegetal : encuentro con Luis Vallejo

Los jardines son, según se dice, la cara visible del Paraíso. El oasis rebosante del Royal Mansour, en Marrakech, parece confirmar el refrán. Este maravilloso espacio, donde la infinita paleta de verdes - ópalos, salvias, esmeraldas... - se encuentra con el azul del cielo y el ocre de los muros, lo confirma. El paisajista español Luis Vallejo ha compuesto aquí una sinfonía vegetal, donde el esplendor de Marruecos vibra al ritmo del legado andaluz, así como de un gusto depurado proveniente de Japón. ©Isaac Ichou

El Royal Mansour, en Marrakech, no es un hotel

El Royal Mansour, en Marrakech, no es un hotel

Más bien imagínese, a pocos pasos del tumulto de la plaza Jemma El Fna, una ciudad dentro de la ciudad. O más bien un gigantesco jardín, en el cual se acurrucan, detrás de sus toscas fachadas, los más bellos riads en el mundo hotelero actual. Alrededor, por todas partes, imagínese el murmullo de las fuentes, el canto de los pájaros, la apaciguadora danza de las ramas de olivos, palmeras y limoneros siendo acariciados por la brisa. ©Isaac Ichou

"Cada jardín pertenece al lugar donde se encuentra, a su historia y a su cultura. Aquí, me he inspirado en los paisajes agrícolas marroquíes, de los valles del Ziz y del Todra, así como de los jardines árabes tradicionales, con sus sabios sistemas de irrigación, sus patios, sus vergeles...", explica Luis Vallejo. El paisajista sabe de lo que habla. Nacido en Madrid, criado por un padre viverista, Luis Vallejo sabe todo sobre la belleza legendaria de los jardines andaluces, empezando por aquel de la Alhambra en Granada.

Al estilo de un artista

Al estilo de un artista

Este especialista en países cálidos, que trabaja desde Saint-Tropez hasta los Emiratos Árabes, Tel Aviv y Mallorca, no tiene igual en la transformación de tierras áridas en edenes de tranquilidad. Será cuestión de ingeniería, por supuesto. Pero sobre todo de sensibilidad. Es admirable el dominio controlado de los jardines a la francesa, sin embargo Luis Vallejo prefiere una cierta libertad, aunque, en sus propias palabras, "cuando se entrega una obra, lo principal es encontrar al jardinero que sepa continuar el trabajo". Ya que un jardín nunca está terminado: cada estación es diferente. Cada año trae sus propias sorpresas. Al estilo de un artista, le da hoy algunos retoques, sigue sus evoluciones, se prodiga con consejos sobre uno de los lugares más bellos (y más secretos) de Marrakech. ©Luis Vallejo

Y debido a que se trata de un espacio para pasear, incluso de meditación, los jardines ocupan tres espacios principales: la medina, la piscina y el jardín huerto , éste último es el que ha elegido para el mobiliario Tectona: "la pureza de sus líneas, la durabilidad de su madera, eran esenciales". 

Para disfrutar plenamente de este espacio privilegiado, de las perspectivas diseñadas una por una, cada asiento, cada banco debe saber fundirse en la pintura tridimensional que Luis Vallejo ha imaginado. Proveniente de una familia tan numerosa como lo es sensible - la mayoría de sus ocho hermanos eligieron el camino de la música - Luis Vallejo no ha seguido una senda menos singular, sin importar si se trata de clientes privados o de creaciones que concibe para los hospitales españoles de Burgos, Madrid y Valladolid. ©Isaac Ichou

Este sentido del detalle también fue cultivado por Japón.

Este sentido del detalle también fue cultivado por Japón.

A mediados de los años 60, su padre pone rumbo a Estados Unidos,para asistir a un congreso sobre ingeniería del paisaje. Trae de vuelta varios libros: para Luis Vallejo, que todavía los conserva de forma preciada en la actualidad, son toda una revelación. Su gusto por la armonía del bonsái forma hoy parte de una de sus referencias mundiales. Su colección, acogida en el seno del "museo viviente" de Alcobendas que lleva su nombre, figura entre las más bellas del mundo. Esta pasión le vale, en 2008, ser condecorado con la Orden del Sol Naciente, la mayor distinción otorgada por el gobierno japonés a un ciudadano extranjero que promueve la cultura nipona. ©Fernando Maquieira

Si cada jardín en un principio echa raíces en el territorio que es suyo, Luis Vallejo aporta a lo largo de sus obras una firma única. Un arraigo local reivindicado, pero también un gusto por lo ajeno y de larga duración: una discreta mezcla que, desde Marruecos hasta Provenza y del Oriente a la península ibérica, no deja de maravillar. Orquestando el diálogo de las identidades bajo el sello de la naturaleza. ©Luis Vallejo

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